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La historia del Teatro Ángela Peralta: iniciativas, rescates y la mujer que le da su nombre

Por: Aurora Moheno | Mazartlán


El Teatro Ángela Peralta, el hogar de la exposición del arte y la cultura, remonta sus inicios a 1869, con una historia que vale la pena conocer.

 

El interior del TAP, una impresionante vista desde el escenario

Fotografía de Marcos Ferro para México Desconocido

 

El Teatro Ángela Peralta es uno de los lugares más representativos del Centro Histórico, siendo sede de los espectáculos artísticos y culturales más importantes de la ciudad. Pero no todos conocen las grandes historias que componen los pilares de este edificio, así que exploremos su pasado para reconocer aún más lo que disfrutamos en el presente.


En Mazatlán siempre hubo lugares de espectáculo, a mediados del siglo XVII existían el Teatro Alegría, el Teatro Principal, el Teatro Hidalgo y el Teatro del Recreo. Esta última sala de espectáculos era para la categoría con menos recursos de la sociedad, y se ubicaba en la calle Recreo -de donde obtiene su nombre-, que hoy conocemos como Constitución, entre las calles Aquiles Serdán y Benito Juárez en el Centro de la ciudad.


Sin embargo, en 1869, un empresario llamado Manuel Rubio vio una fuerte necesidad social de tener un espacio que saciara el pretencioso deseo de esparcimiento, característico de los mazatlecos, por lo que, con la aprobación del Ayuntamiento, se dio a la tarea de construir un Teatro más elegante de los que existían, siendo que Mazatlán era en ese entonces la capital del estado y de gran importancia mercantil.

 

Planos del Teatro Rubio, firmados por Andrés Librado Tapia, ingeniero que dirigió la construcción del proyecto. Imagen del Archivo Histórico Municipal

 

El Teatro Rubio fue inaugurado hasta el 15 de febrero de 1874, pero Rubio no pudo ver su proyecto terminado, ya que falleció en un naufragio cuatro años antes, dirigiéndose a Europa en el vapor "El Continental". A pesar de la tragedia, su viuda, Doña Vicenta Unzueta, se encargó de continuar la construcción hasta su inauguración, en la que se presentó la Compañía Teatral Española de Mariano Luque, para honrar los deseos de su difunto marido.


Desafortunadamente, la viuda de Manuel Rubio fue obligada a vender el inmueble tres años después de su apertura a Juan Bautista Hernández, que también compró el Hotel Iturbide, edificio que actualmente compone el Centro Municipal de Artes (si todavía no has leído el reportaje de Mazartlán acerca del CMA, da clic aquí).


Entre 1879 y 1881 se realizaron varias remodelaciones y reparaciones que complementaron el lujoso teatro, inaugurándose por segunda vez en febrero de 1881, con una presentación de canto. A partir de entonces, con su impresionante arquitectura, el Teatro Rubio se convirtió en el sitio más exclusivo de los mazatlecos, siendo el escenario de todo tipo de espectáculos, desde refinadas óperas hasta actos de lucha libre.


En agosto de 1883 vendría una compañía italiana para presentar una función de ópera en el Teatro Rubio. La compañía de Ángela Peralta, mejor conocida como ‘El Ruiseñor Mexicano’, fue recibida con el himno nacional en el muelle, siendo seguida por una multitud hasta el Hotel Iturbide, donde se hospedaría y más tarde, fallecería trágicamente.

 


La compañía se contagió de la fiebre amarilla en el barco en el que llegaron al puerto, unos días después, en un ensayo de su presentación, cayeron enfermos el director de escena y el maestro director; al oscurecer ya eran varios los artistas afectados. El contagio finalizó en que 15 de los 38 integrantes fallecieron de la enfermedad, incluyendo a la diva de la ópera, que murió en el cuarto número 10 del Hotel Iturbide.


Fotografía de Ángela Peralta,

el Ruiseñor Mexicano

 

A partir de este momento, comienza la decaída del Teatro Rubio. Hasta que, en 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, pasa de ser el Teatro Rubio al Cine Ángela Peralta, que operó como tal hasta 1964. Posteriormente se convirtió en un taller de construcción de pulmonías -nuestro famoso transporte público-, de carrozas reales y carros alegóricos.


Llega 1975, año en el que, lamentablemente, el ciclón Olivia azota la ciudad destruyendo gran cantidad de edificios, incluyendo el Teatro que para entonces llevaba algunos años abandonado. Las ruinas, que fueron empeorando con los años, pretendieron ser demolidas por el ayuntamiento diez años después del desastre, pero diferentes ciudadanos y artistas locales tenían iniciativas para rescatar el edificio, aunque sin ningún éxito.

 

Las ruinas del TAP en la década de los ochentas.

Fotografía del Archivo Histórico Municipal

 

La reconstrucción no sucede hasta que nace la asociación Amigos del Teatro Ángela Peralta, A.C., encabezada por Antonio Hass Espinoza, y con el apoyo del Ayuntamiento de Mazatlán, que en 1987 se dio a la tarea de recuperar la propiedad a pesar de ir en contra de la voluntad de los entonces dueños, y de convencer a los gobiernos estatal y federal de que valía la pena recuperar y dar una nueva vida al corazón cultural del puerto.


Después de mucho esfuerzo, el Teatro Ángela Peralta fue inaugurado el 23 de octubre de 1992 por el presidente de la República, con la producción de la ópera Carmen de Bizet por parte de la compañía de Bellas Artes y el genio mazatleco Enrique Patrón de Rueda como director de orquesta, durante la clausura del Primer Festival Cultural Sinaloa.


El rediseño y la reconstrucción que duró cinco años estuvo a cargo del arquitecto Juan José León Loya, quien fue premiado por la Federación de Arquitectos de la República Mexicana por el proyecto en la Segunda Bienal de Arquitectura. El rescate del Teatro fue exitoso, ya que la reconstrucción incluye en sus balcones el 75% de piezas auténticas, y las ornamentaciones originales que decoraban el teatro fueron reproducidas de forma minuciosa, para mantener su modelo romántico decimónico intacto.


Todo esto sumó a que el 19 de diciembre de 1990 el Teatro Ángela Peralta haya sido declarado Patrimonio Histórico de la Nación por decreto presidencial. Además de ser, sin duda alguna, un orgullo para la sociedad porteña, por su arquitectura, su historia y su increíble valor cultural que pone a Mazatlán en lo alto.


Ahora, el Teatro Ángela Peralta es hogar de eventos artísticos y culturales locales, nacionales e internacionales; que suman a la belleza cultural del puerto y al atractivo turístico de la ciudad. Contemplar la arquitectura del Teatro es un deleite; pero ver una ópera, un ballet o un concierto sinfónico en nuestro Gran Teatro, es una experiencia que no se olvida.

 

El exterior del TAP, desde la Plazuela Machado

Fotografía de autoría propia

 

Recursos:



García-Figueroa, D., Lorenzo-Monterrubio, C. y Vergara-Hernández, A. (2017) Rescate y Pérdida del Patrimonio Cultural: El Teatro Ángela Peralta de Mazatlán Sinaloa y el Teatro Bartolomé de Medina de Pachuca Hidalgo. Magotzi, Boletín Científico de las Artes del IA, vol. 5, núm. 10, Universidad del Estado de Hidalgo. https://www.uaeh.edu.mx/scige/boletin/ida/n10/e6.html

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