Escrito por: Aurora Moheno | Mazartlán
Con sus inigualables vistas, su maravillosa gente y su carácter de fraternidad, Mazatlán es el lugar perfecto para ver cosas que no encuentras en ningún otro lado.
Carpa Olivera, la alberca natural de Mazatlán
Fotografía de autoría propia | IG: @m.aurora.mp
Creo en Dios porque existe Mazatlán. Porque hay tanta perfección en sus playas, sus cielos, su sol; aquellos atardeceres que ni la mejor cámara ni el mejor pintor podría retratar con suma fidelidad. ¿Cómo explicas la causa de algo así, si no es la perfección misma? Porque no hay otro lugar que te pueda recibir tan dulcemente como la Perla del Pacífico.
Y yo, habiendo sido adoptada por el puerto hace casi quince años, no pude evitar enamorarme de esta creación. Porque recuerdo mi primera vista de un mar que rugía de forma majestuosa, el primer respiro de su olor a sal, aquel primer atardecer rosado que se pintaba sobre el horizonte y la primera vez que sentí la arena húmeda en mis pies.
Pero uno recuerda mucho más que sólo sus playas, porque Mazatlán no se limita a sí mismo; se define por ser un puerto colonial, y no podría estar descrito de mejor forma. Imagina tu primer paseo en pulmonía a lo largo del malecón, para luego entrar al Centro Histórico, donde es imposible no sentirse en otra época con sus bellas casas con fachadas de colores y edificios neoclásicos. Cada esquina merece que te detengas a sacar una fotografía.
Mazatlán te exige una sola cosa, tener tus sentidos abiertos a admirar cada rincón de la ciudad. Ver el cielo, saborear los platillos, respirar el olor a mar, sentir la arena, escuchar la música…disfrutar el mejor lugar del mundo con profundo agradecimiento. Imagínate llegar a la Plazuela Machado un viernes por la noche, y escuchar música en todos los rincones, y ver el increíble trabajo de artesanos que te reciben con el mayor de los gustos.
Vista de las letras de Mazatlán frente al famoso edificio de Valentinos
Fotografía obtenida de las redes sociales del Hotel Emporio Mazatlán
Sentarte en una banca para recibir de todo y de todos, una felicidad poco igualable. Imagina también visitar la Catedral, andar por la plaza y comprar una famosa nieve de garrafa. O ir al acuario a disfrutar de los espectáculos, o recorrer Cerritos, o la Zona Dorada o cualquier otro lugar, porque créeme que en Mazatlán no te quedas sin cosas que hacer.
Y no hay palabras para describir los increíbles días de Carnaval; aunque quizá prefieras venir en diciembre, durante el clima más agradable, a ver la Gala Navideña o el ballet El Cascanueces. Vaya, podrías venir en cualquier fin de semana y te encontrarás con que no hay forma de dejar de sorprenderse, con todo lo que le da identidad a esta ciudad.
Porque si no es el Teatro Ángela Peralta, es el estadio Teodoro Mariscal, Y si no son los miradores de los cerros, es llegar a la cima de nuestro faro natural, el más alto del mundo. O pasear para ver lugares llenos de historia, y conocer personas que están dispuestas a contártela. Así como me enorgullezco de hacerlo yo, aquí.
Y es que Mazatlán me adoptó, y sé que lo mismo puede hacer contigo. No importa si vienes por un par de días, o si quieres experimentar por mucho más tiempo que, en el mar de Mazatlán, la vida es más sabrosa, más vistosa, más alegre, más plena. Si eres mazatleco, cuida, aprecia y enorgullécete de tu ciudad; si no lo eres, te esperamos pronto.
El Clavadista, un destino y espectáculo único en Mazatlán
Fotografía por Ramiro Chaves para Travesías Digital
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