Por: Aurora Moheno | Mazartlán
El gran maestro Antonio López Sáenz es un artista que ha llevado de forma honorable el espíritu mazatleco alrededor del mundo.
López Sáenz frente a su cuadro
"La llegada de Ángela Peralta a Mazatlán"
Fotografía de Revista Espejo
El pintor mazatleco Antonio López Sáenz nació el 13 de enero de 1936 en el #10 de la calle Libertad, en una casa que se encuentra detrás del mismo Teatro Ángela Peralta, y donde vive hasta el día de hoy. Hijo de Roberto López Lazcano y doña Petra Sáenz, el menor de cuatro hermanos llegó para mostrar la luz del puerto a todo el mundo.
Al pequeño Antonio siempre se le veía construyendo con las manos, con todo lo que se encontrara a su alrededor y, cada que en sus manos se hallaba un gis o un pedacito de carbón, se dedicaba a dibujar en donde pudiera. De hecho, su hermana María Teresa cuenta que toda la calle Libertad tenía rastros de su hermano menor.
Probablemente lo único que hacía que Antonio se sintiera tan pleno como al dibujar era poder contemplar el mar en Playa Sur y pasar la tarde ahí con sus amigos. El mundo fantástico de arena, viento y palmeras que quedaba a pocas cuadras de su hogar era el lugar perfecto para nadar entre rocas, en donde rompen las olas.
Esas imágenes de aguas azules y aves cruzando por el sol de atardeceres rosados, junto con el olor salobre y la sensación de arena entre los dedos de los pies, son los recuerdos que un tiempo después llevaría consigo a su travesía a la Ciudad de México para olvidar sus problemas cotidianos como artista viviendo fuera del puerto.
"Una de las cosas que más me gustaba era la arena lisa y húmeda junto a las olas. Aquella arena fue mi primer lienzo. Un día alcé una vara y comencé a dibujar […] Era una figura tan grande que sólo viéndola desde las alturas se hubiera podido comprender que era una silueta humana. ¿Qué gusto me di? esa experiencia, aunque claro, muy pronto las olas lo borraron todo."
- Antonio López Sáenz a Cristina Pacheco.
Según los testimonios de vecinos y familiares, el futuro artista era un muchacho diferente a los otros muchachos mazatlecos. Era más callado, discreto y, ante todo, contemplativo; muy bueno escuchando, característica muy notoria en su arte, siendo que muchas de las historias presentes en su obra son leyendas y anécdotas de sus familiares, según ha confesado.
A los 10 años, su papá lo lleva a trabajar con él a los patios de la antigua Aduana Marítima. En la secundaria tuvo su primer acercamiento al estudio de las artes, pero no fue hasta la preparatoria que descubrió que sus dibujos podían convertirse en su profesión, gracias a la famosa maestra mazatleca Margarita “la Nana” Ramírez.
"Tres jóvenes en la noche" (1997)
Óleo sobre tela (80 x 120 cm)
de Antonio López Sáenz
A pesar de que esto abrió los ojos del joven, sus padres continuaban cegados ante la posibilidad de que con su arte podría ganarse la vida. Una vez que encontró la Academia de San Carlos en la Ciudad de México, sus padres se opusieron vez tras vez, hasta que por fin terminaron de convencerse y le permitieron perseguir sus sueños.
Después de mucha insistencia, tenacidad y, sobre todo, una tremenda pasión por tener una vida llena de arte, un buen día don Roberto López le dijo a su hijo después de la jornada matutina en el muelle: “Ya no regreses a trabajar por la tarde. Ahora sí, te vas a estudiar a México lo que tú quieres. Haz tu maleta y vete. Y que Dios te bendiga”.
Se fue, entonces, a los 16 años a estudiar a la que hoy conocemos como Escuela Nacional de Artes Plásticas. Egresó en 1958 y tuvo su primera exposición ahí mismo dos años después, aunque vivió en la Ciudad de México con trabajos temporales fuera del arte hasta 1972; pero, durante esos años, se sumergió a sí mismo en todo tipo de contenidos artísticos.
El maestro López Sáenz firmando su obra "El paseo"
Fotografía obtenida de Mazatlán Jack, 2018
Acudía a diferentes exposiciones de otros artistas, escuchaba mucha música, leía incansablemente y asistía al cine cada que podía, tal como lo hacía cuando era chico y vivía en la calle Libertad, cuando en aquel entonces el Teatro Ángela Peralta era el Cine Ángela Peralta, y quedaba sólo a unos cuantos pasos de la casa de sus padres.
Mientras tanto, trabajó como restaurador en el Instituto de Antropología e Historia, y posteriormente, en un avivamiento espiritual, pensó que su vocación era ser monje, lo que lo llevó al Monasterio en Santa María Ahuacatitlán. Ambas etapas le sirvieron mucho para su formación artística y humana, pero ninguna le duró tanto como le hubiera gustado.
Su primera exposición en el extranjero ocurrió en 1970, en la galería de la Organización de Estados Americanos de Washington, invitado por su director, don José Gómez Sicre.
En 1972, viviendo en una azotea, Antonio escucha como toca a su puerta una de las personas más influyentes para él y que resultó ser de las más importantes para su vida. Estela Shapiro, dueña de la Galería Shapiro, lo invita a integrarse a su grupo de pintores y, a pesar de que ya era un pintor relativamente conocido, este momento se vuelve un parteaguas en su trayectoria, permitiéndole dedicarse verdadera y exclusivamente a pintar.
Comenzó a vender su obra, que fue salvada por Mazatlán, comenzando a despertar en sus dibujos las figuras en playas y muelles. Su ayuda y confidente en el momento, Estela, le recomendó que se regresara a su ciudad natal, siendo que ya estaba empezando a vender, por lo que el maestro Antonio López Sáenz regresó a Mazatlán para quedarse en 1986.
Lo han llamado un poeta del color y un cronista gráfico, y con mucha razón. El artista es un experto en retratar su ciudad natal con melancolía y serenidad. Sus personajes carentes de rostro, que pueden ser tú y puedo ser yo y podemos ser todos lo que vivimos en Mazatlán; el Mazatlán de antes, de ahora y de siempre, pero que de alguna forma está anclado en el tiempo, hacen una mezcla perfecta de lo real y lo fantástico.
Al haberle preguntado, dice que se siente más identificado con la corriente del realismo. En sus inicios siempre fue realista, pero al salir de la Academia dio un cambio bastante radical haciendo piezas expresionistas. Su estilo se fue transformando con los años, trabajando la corriente abstracta y llegando a lo que conocemos ahora…su regreso al realismo, aunque algunos consideran que con ligeros toques surrealistas.
"Pareja al amanecer en el malecón", 1993
Óleo sobre tela (100 x 150 cm)
de Antonio López Sáenz
Un hombre de métodos y de rutinas, Antonio López Sáenz estuvo, más que de cualquier cosa, obsesionado con el trabajo artístico. Para él, el arte “ha significado siempre lo que ha representado", y lo define como "la sublimación de los ideales del hombre en su intento de expresar belleza”, algo que sin dudarlo se ve en cada obra que realizó.
En su trayectoria artística, logró exponer sus obras en todo el país, incluyendo el Palacio de Bellas Artes; y en el extranjero, como en el Museo Mexicano de San Francisco, en la Baldwin White Gallery, en la Embajada de Miami y en Scheywer Galdo Galleries. Además, en exposiciones colectivas en México, en varias ciudades de Estado Unidos, y en París, en 1995, con la exposición de ‘Cuatro pintores mexicanos’.
A sus 85 años, su legado ha dejado una marca imborrable en país, el mundo y en su ciudad. Hoy, en Culiacán, existe la Galería de Arte Antonio López Sáenz, un teatro en Villa Unión que también lleva su nombre, al igual que un premio a la pintura que se otorga anualmente a artistas visuales durante la velada de las Artes del Carnaval Internacional de Mazatlán.
Recursos:
Rocha, M. (2002) Antonio López Sáenz, cronista gráfico de Mazatlán. Serie Biográficos, Colegio de Sinaloa https://ahgs.gob.mx/antonio-lopez-saenz-cronista-grafico-de-mazatlan/
WIkiSinaloa (2017) Antonio López Sáenz, artista plástico. Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa. https://wikisinaloa.org/antonio-lopez-saenz-artista-plastico/
Del Campo, D. (s.f.) Revista de la Universidad de México. Las tentaciones de Antonio López Sáenz. https://www.revistadelauniversidad.mx/download/8335d4b2-f5e0-4e20-850f-7abefcc786b8?filename=las-tentaciones-de-antonio-lopez-saenz
Hozzászólások